Monday, November 28, 2011
La Virtud de la Esperanza
Nadie puede vivir sin esperanza. Es lo mismo que decir que nadie puede vivir sin futuro. El ser humano necesita una razón para vivir, para emprender las aventuras y proyectos que lo elevan a las alturas o lo sumergen en las profundidades. Una imagen que me viene a la imaginación: la esperanza es como las alas del ser humano que le permiten volar. Sin esas alas, el ser humano solamente se arrastraría tristemente por el suelo, sin poder levantar siquiera la cabeza. La esperanza es la virtud que permite al cristiano ser fiel a su Dios porque confía en que El cumplirá todas y cada una de sus promesas. Una persona sin esperanza no tiene ninguna razón para vivir; ya está muerta en vida. Durante el Adviento, los cristianos somos invitados a ejercitar y afianzar la virtud de la esperanza. Los invito a no desaprovechar la oportunidad que Dios y nuestra Iglesia nos ofrecen. Ejercitemos nuestras alas. Volemos lo más alto que sea posible. ¡Experimentemos el éxtasis de las alturas!
Saturday, November 26, 2011
Adviento y la Virtud de la Esperanza
Por el Dr. Marcellino D'Ambrosio
Traducido por Miguel Carranza
Fe, esperanza y caridad. En 1 Corintios 13:13, San Pablo nos dice que estas tres son las virtudes principales. Se les llama virtudes teologales, las cualidades que nos hacen parecernos más a Dios.
Seguramente escuchamos lo suficiente sobre la fe y el amor, pero ¿cuándo fue la última vez que escuchaste una homilía motivadora sobre la esperanza? ¿Y qué significa exactamente?
Para lograr grandes cosas en la vida, necesitas una meta que sea lo suficientemente grande como para mantenerte motivado. La promesa de un diploma hace que los estudiantes universitarios se desvelen escribiendo ensayos cuando usualmente estarían de fiesta. El sueño de la gloria olímpica hace que los corredores se levanten temprano a entrenar, mientras otros duermen cómodamente.
En la vida espiritual, nunca lograremos grandes cosas para Dios a menos que tengamos la mirada en la meta a largo plazo – dicha indescriptible en Su presencia eternamente. El éxtasis de ver cara a cara, a aquel cuya presencia mantiene en asombro a las huestes celestiales, la emocionante compañía de amigos, familia y fascinantes personajes de todas las épocas – purificados, glorificados, obras maestras de amor – esto es lo que traerá el “día de Cristo Jesús” (Filipenses. 1:6) para los que estén listos.
La virtud de la esperanza es la vigorizante y anhelante expectativa de esta gloriosa herencia. Y también es la confianza de que aquel que inició la obra de salvación en nosotros la llevará a feliz término (Filipenses 1:6).
Algunos piensan que los católicos vivimos inseguros, perpetuamente preocupados que no vamos a lograr “pasar de grado”. Por otro lado, hay cristianos que creen que una vez que aceptan a Jesús como Señor y Salvador ya han logrado la salvación definitiva. Dios es fiel, ellos piensan, y nunca se arrepiente de sus promesas. Una vez salvo, siempre salvo.
Esto es parcialmente cierto. La promesa de Dios es segura. Él nos da la gracia para aceptar a Cristo y su salvación, pero Su gracia nunca viene a expensas de nuestra libertad. En otras palabras, Dios es un amante, no un violador. Nunca dobla nuestro brazo y nos lleva en contra de nuestra voluntad. Siempre existe la posibilidad que nos alejemos, como lo hizo el hijo prodigo. Afortunadamente, el hijo prodigo recupero la razón y regreso. Su padre no envió a buscarle. El hijo descarriado regresó por su propia voluntad. La historia pudo haber terminado de otra forma.
¿Hay alguna versión católica de esta “dichosa certeza”? Si, la llamamos esperanza. Tenemos confianza que Dios nos dará la gracia para perseverar e incluso crecer en su amor hasta el “día de Cristo Jesús”.
De acuerdo a Santo Tomas de Aquino, la esperanza es una virtud no principalmente de la mente que cree en la fidelidad de Dios, si no de la voluntad que anhela el cielo con una fuerza que le impulsa hacia adelante, hacia un mayor crecimiento espiritual.
Un opuesto a la esperanza es la desesperación, el no creer que la misericordia de Dios es eterna. Sin embargo, la esperanza tiene otros opuestos, como la pereza o la holgazanería espiritual. Cuando se enfrenta con el prospecto de la vida eterna con Dios, la pereza bosteza y dice “Aburiiiiiiiido”. ¿Te suena familiar?
¿Qué te parece la arrogancia? La esperanza es la humilde confianza que Dios no me abandonará. La impertinencia nos hace presumir arrogantemente que Dios nos debe misericordia, sin importar cuán negligente hayamos sido con los medios de salvación, como la Misa, la oración y la confesión.
La esperanza es un musculo espiritual y al igual que otros músculos, debe ejercitarse para sobrevivir. Los músculos que no ocupamos se atrofian. Así que úsala o piérdela.
Es por eso que cada año la Iglesia nos da una época de Esperanza, el Adviento. Aunque nuestra sociedad la ha vuelto una época de excesos, esta debe ser una época de entrenamiento. Es tiempo para prender la chispa del deseo espiritual dentro de nosotros para que se convierta en llama. Las luces navideñas son preciosas, pero somos nosotros quienes estamos llamados a iluminar el mundo.
(Este articulo fue publicado en “Our Sunday Visitor”, como una reflexión sobre las lecturas para el Segundo Domingo de Adviento, Ciclo Litúrgico C (Baruc 5:1-9; Filipenses 1:4-6,8-11; Lucas 3:1-6) Se reproduce aquí con el permiso del autor).
Traducido por Miguel Carranza
Fe, esperanza y caridad. En 1 Corintios 13:13, San Pablo nos dice que estas tres son las virtudes principales. Se les llama virtudes teologales, las cualidades que nos hacen parecernos más a Dios.
Seguramente escuchamos lo suficiente sobre la fe y el amor, pero ¿cuándo fue la última vez que escuchaste una homilía motivadora sobre la esperanza? ¿Y qué significa exactamente?
Para lograr grandes cosas en la vida, necesitas una meta que sea lo suficientemente grande como para mantenerte motivado. La promesa de un diploma hace que los estudiantes universitarios se desvelen escribiendo ensayos cuando usualmente estarían de fiesta. El sueño de la gloria olímpica hace que los corredores se levanten temprano a entrenar, mientras otros duermen cómodamente.
En la vida espiritual, nunca lograremos grandes cosas para Dios a menos que tengamos la mirada en la meta a largo plazo – dicha indescriptible en Su presencia eternamente. El éxtasis de ver cara a cara, a aquel cuya presencia mantiene en asombro a las huestes celestiales, la emocionante compañía de amigos, familia y fascinantes personajes de todas las épocas – purificados, glorificados, obras maestras de amor – esto es lo que traerá el “día de Cristo Jesús” (Filipenses. 1:6) para los que estén listos.
La virtud de la esperanza es la vigorizante y anhelante expectativa de esta gloriosa herencia. Y también es la confianza de que aquel que inició la obra de salvación en nosotros la llevará a feliz término (Filipenses 1:6).
Algunos piensan que los católicos vivimos inseguros, perpetuamente preocupados que no vamos a lograr “pasar de grado”. Por otro lado, hay cristianos que creen que una vez que aceptan a Jesús como Señor y Salvador ya han logrado la salvación definitiva. Dios es fiel, ellos piensan, y nunca se arrepiente de sus promesas. Una vez salvo, siempre salvo.
Esto es parcialmente cierto. La promesa de Dios es segura. Él nos da la gracia para aceptar a Cristo y su salvación, pero Su gracia nunca viene a expensas de nuestra libertad. En otras palabras, Dios es un amante, no un violador. Nunca dobla nuestro brazo y nos lleva en contra de nuestra voluntad. Siempre existe la posibilidad que nos alejemos, como lo hizo el hijo prodigo. Afortunadamente, el hijo prodigo recupero la razón y regreso. Su padre no envió a buscarle. El hijo descarriado regresó por su propia voluntad. La historia pudo haber terminado de otra forma.
¿Hay alguna versión católica de esta “dichosa certeza”? Si, la llamamos esperanza. Tenemos confianza que Dios nos dará la gracia para perseverar e incluso crecer en su amor hasta el “día de Cristo Jesús”.
De acuerdo a Santo Tomas de Aquino, la esperanza es una virtud no principalmente de la mente que cree en la fidelidad de Dios, si no de la voluntad que anhela el cielo con una fuerza que le impulsa hacia adelante, hacia un mayor crecimiento espiritual.
Un opuesto a la esperanza es la desesperación, el no creer que la misericordia de Dios es eterna. Sin embargo, la esperanza tiene otros opuestos, como la pereza o la holgazanería espiritual. Cuando se enfrenta con el prospecto de la vida eterna con Dios, la pereza bosteza y dice “Aburiiiiiiiido”. ¿Te suena familiar?
¿Qué te parece la arrogancia? La esperanza es la humilde confianza que Dios no me abandonará. La impertinencia nos hace presumir arrogantemente que Dios nos debe misericordia, sin importar cuán negligente hayamos sido con los medios de salvación, como la Misa, la oración y la confesión.
La esperanza es un musculo espiritual y al igual que otros músculos, debe ejercitarse para sobrevivir. Los músculos que no ocupamos se atrofian. Así que úsala o piérdela.
Es por eso que cada año la Iglesia nos da una época de Esperanza, el Adviento. Aunque nuestra sociedad la ha vuelto una época de excesos, esta debe ser una época de entrenamiento. Es tiempo para prender la chispa del deseo espiritual dentro de nosotros para que se convierta en llama. Las luces navideñas son preciosas, pero somos nosotros quienes estamos llamados a iluminar el mundo.
(Este articulo fue publicado en “Our Sunday Visitor”, como una reflexión sobre las lecturas para el Segundo Domingo de Adviento, Ciclo Litúrgico C (Baruc 5:1-9; Filipenses 1:4-6,8-11; Lucas 3:1-6) Se reproduce aquí con el permiso del autor).
Sunday, November 20, 2011
The Universe Turns Upon a Cup Of Water Given to Little Ones
Viva Cristo Rey!
Finally, let us remember the life of a young martyred Mexican Jesuit who was deeply devoted to Christ the King: Blessed Miguel Agustín Pro (1891-1927). Born Jan. 13, 1891, at Guadalupe Zacatecas, Mexico, Miguel "Miguelito" Pro was the son of a mining engineer and a pious and charitable mother. From his earliest days, Miguel had a special affinity for the working classes, which he kept all of his life. At age 20, he entered the Jesuit novitiate and shortly thereafter was exiled because of the Mexican Revolution. He traveled to the United States, Spain, Nicaragua and Belgium, where he was ordained a priest in 1925. Father Pro suffered from chronic stomach ailments and when, after several operations his health did not improve, his Jesuit superiors allowed him to return to Mexico in 1926 despite the horrible religious persecution under way there.
Churches were closed and priests fled into hiding. Father Pro spent the rest of his life in a secret ministry to Mexican Catholics. He strengthened people in their faith and was deeply involved in serving the poor in Mexico City. He was known for wearing all kinds of disguises that enabled him to work quietly among the poor. Miguel would dress as a beggar and go during the night to baptize infants, bless marriages and celebrate Mass. He would appear in jail dressed as a police officer to bring Holy Viaticum to condemned Catholics. When going to wealthy neighborhoods to provide for the poor, he would show up at the doorstep dressed as a fashionable executive with a fresh flower on his lapel. His was the stuff of a modern spy movie or award winning television series! However in all that he did, Fr. Pro remained obedient to his superiors and was filled with the joy of serving Christ, his King.
(By Fr. Thomas Rosica, CSB)
Finally, let us remember the life of a young martyred Mexican Jesuit who was deeply devoted to Christ the King: Blessed Miguel Agustín Pro (1891-1927). Born Jan. 13, 1891, at Guadalupe Zacatecas, Mexico, Miguel "Miguelito" Pro was the son of a mining engineer and a pious and charitable mother. From his earliest days, Miguel had a special affinity for the working classes, which he kept all of his life. At age 20, he entered the Jesuit novitiate and shortly thereafter was exiled because of the Mexican Revolution. He traveled to the United States, Spain, Nicaragua and Belgium, where he was ordained a priest in 1925. Father Pro suffered from chronic stomach ailments and when, after several operations his health did not improve, his Jesuit superiors allowed him to return to Mexico in 1926 despite the horrible religious persecution under way there.
Churches were closed and priests fled into hiding. Father Pro spent the rest of his life in a secret ministry to Mexican Catholics. He strengthened people in their faith and was deeply involved in serving the poor in Mexico City. He was known for wearing all kinds of disguises that enabled him to work quietly among the poor. Miguel would dress as a beggar and go during the night to baptize infants, bless marriages and celebrate Mass. He would appear in jail dressed as a police officer to bring Holy Viaticum to condemned Catholics. When going to wealthy neighborhoods to provide for the poor, he would show up at the doorstep dressed as a fashionable executive with a fresh flower on his lapel. His was the stuff of a modern spy movie or award winning television series! However in all that he did, Fr. Pro remained obedient to his superiors and was filled with the joy of serving Christ, his King.
(By Fr. Thomas Rosica, CSB)
Christ the King
Long live Christ the King! In the 1920s, a totalitarian regime gained control of Mexico and tried to suppress the Church. To resist the regime, many Christians took up the cry, "Viva Cristo Rey! Long live Christ the King!" They called themselves "Cristeros." The most famous Cristero was a young Jesuit priest named Padre Miguel Pro. Using various disguises, Padre Pro ministered to the people of Mexico City. Finally the government arrested him and sentenced him to public execution on November 23, 1927. The president of Mexico (Plutarco Calles) thought that Padre Pro would beg for mercy, so he invited the press to the execution. Padre Pro did not plead for his life, but instead knelt holding a crucifix. When he finished his prayer, he kissed the crucifix and stood up. Holding the crucifix in his right hand, he extended his arms and shouted, "Viva Cristo Rey" “Long live Christ the King!” At that moment the soldiers fired. The journalists took pictures; if you look up "Padre Pro" or "Saint Miguel Pro" on the Internet, you can see that picture. (Fr. Phil Bloom)
Friday, November 11, 2011
Fiesta de San Martín, obispo de Tours
Mi pueblo está de fiesta. Y la fiesta se hace en grande a partir del 3 y hasta el 11 de noviembre de cada año. Existe una gran devoción al santo patrono, pero también una tradición de gusto y diversión, sobre todo con la música y el baile. El pueblo luce sus mejores galas y desde muy de mañana la gente empieza a celebrar con música y termina el día con música y fuegos artificiales, que son famosos en toda la región. Las celebraciones religiosas incluyen las peregrinaciones de los poblados del alrededor y de los distintos barrios de la ciudad.; y también la presencia de famosos predicadores de la Palabra de Dios. Existe un gran sentido de organización del programa de actividades, tanto de parte de las autoridades civiles como de las religiosas. Los hijos "ausentes" tratan de estar presentes y muchos de ellos lo hacen; lo cual le da un tono especial de alegría por la reunión de las familias. Nadie se las quiere perder. Son muy hermosas y emotivas las fiestas de mi pueblo San Martín de Hidalgo, Jalisco. Deseo que usted tenga algún día la oportunidad de ser testigo de la alegría que desborda a mis paisanos durante estos días.
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