Varias personas, sobre todo jóvenes, me han preguntado por qué la Iglesia nos pide hacer penitencia durante la Cuaresma. Es una buena pregunta y voy a tratar de contestarla. La penitencia nos lleva a quitar de nuestra vida todo aquello que nos estorba para amar a Dios y al prójimo. Es principalmente un acto de la voluntad; o sea, es una entrega del corazón, de la voluntad propia. Es muy difícil, porque es más fácil renunciar a hacer ciertas cosas (chocolates, diversiones) que renunciar a nuestra voluntad (hacer lo que queremos). La penitencia no es tanto externa sino interna. Las penitencias externas nos pueden ayudar a preparar el paso más difícil, que es el interno. Por eso nos dice el profeta Joel: “Desgarren su corazón, no sus vestidos”. (2,13). Significa cambiar un corazón de piedra (soberbio, egoísta, envidioso, prepotente, rencoroso) por un corazón de carne (bondadoso, humilde, caritativo, generoso, compasivo). Esta penitencia, este ayuno de nuestros propios deseos, de nuestros propios planes y de nuestras propias maneras es muy agradable a Dios; porque es un NO a nuestra propia voluntad y un SI a la voluntad de Dios. Que el mismo Dios nos ayude a dar este paso durante esta Cuaresma.
Su amigo y servidor
Padre Jesús Camacho
Friday, March 12, 2010
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