El Bautismo de Jesús en el río Jordán es la primera manifestación pública de la identidad mesiánica de Jesús, después de la adoración de los Magos. Por eso la liturgia liga el Bautismo con la Epifanía, con un salto cronológico de casi treinta años: ese Niño a quien los Magos adoraron como Rey mesiánico, hoy lo vemos consagrado por el Padre en el Espíritu Santo. Jesús baja al río Jordán para abrir a los seres humanos las puertas de la verdadera Tierra Prometida: el cielo, la vida eterna. "En el Bautismo en el Jordán ya se vislumbra claramente el 'estilo' mesiánico de Jesús: viene como 'Cordero de Dios' para cargar con el pecado del mundo y quitarlo" (Juan Pablo II). Por eso cuando nos preguntamos por qué Jesús, siendo limpio e inocente, pidió ser bautizado, la respuesta la encontramos en el hecho de que Cristo quiso solidarizarse con la raza humana: "ha sido probado en todo igual que nosotros, a excepción del pecado" (Hebreos 4,15); o mejor todavía: "Dios hizo cargar con nuestro pecado al que no cometió pecado, para que así nosotros participáramos en El de la justicia y perfección de Dios" (2 Cor 5,21).
Su amigo y servidor
Padre Jesús Camacho
Su amigo y servidor
Padre Jesús Camacho
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