En 1963 el Papa Pablo VI designó la fiesta del Buen Pastor (cuarto domingo de pascua) como la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Dentro del marco del Año Sacerdotal, quiero invitarlos a hacer oración por los sacerdotes.
Su amigo y servidor
Padre Jesús Camacho
Oración por la Santificación de los sacerdotes.
Autor: SS. Pablo VI
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los sacerdotes, dispensadores de los
misterios de Dios, un corazón nuevo que actualice toda su educación y
toda su preparación, que les haga conscientes cual sorprendente
revelación del sacramento recibido, y que responda siempre con nueva
ilusión a los incesantes deberes de su ministerio, en orden a tu
Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo,
siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a nuestros sacerdotes, discípulos y
apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente
a Él con la plenitud, el gozo, y la profundidad que solo Él sabe dar,
cuando constituye el exclusivo y total objeto del amor de un hombre
que vive de tu gracia; dales un corazón puro que sólo conozca el mal
para denunciarlo, combatirlo y huir de él; un corazón puro como el de
un niño, pronto al entusiasmo y a la emoción.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un
corazón grande, abierto a tu silenciosa y potente Palabra
inspiradora; cerrado a toda ambición mezquina, a toda miserable
apetencia humana; impregnado totalmente del sentido de la Santa
Iglesia; un corazón grande, deseoso únicamente de igualarse al del
Señor Jesús, y capaz de contener dentro de si las proporciones de la
Iglesia, las dimensiones del mundo; grande y fuerte para amar a
todos, para servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte
para superar cualquier tentación, dificultad, hastío, cansancio,
desilusión, ofensa; un corazón grande, fuerte, constante, si es
necesario hasta el sacrificio, feliz solamente de palpitar con el
Corazón de Cristo y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía la
voluntad divina. Amén.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los sacerdotes, dispensadores de los
misterios de Dios, un corazón nuevo que actualice toda su educación y
toda su preparación, que les haga conscientes cual sorprendente
revelación del sacramento recibido, y que responda siempre con nueva
ilusión a los incesantes deberes de su ministerio, en orden a tu
Cuerpo Eucarístico y a tu Cuerpo Místico. Dales un corazón nuevo,
siempre joven y alegre.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a nuestros sacerdotes, discípulos y
apóstoles de Cristo Señor, un corazón puro, capaz de amarle solamente
a Él con la plenitud, el gozo, y la profundidad que solo Él sabe dar,
cuando constituye el exclusivo y total objeto del amor de un hombre
que vive de tu gracia; dales un corazón puro que sólo conozca el mal
para denunciarlo, combatirlo y huir de él; un corazón puro como el de
un niño, pronto al entusiasmo y a la emoción.
Ven, oh Espíritu Santo, y da a los ministros del pueblo de Dios un
corazón grande, abierto a tu silenciosa y potente Palabra
inspiradora; cerrado a toda ambición mezquina, a toda miserable
apetencia humana; impregnado totalmente del sentido de la Santa
Iglesia; un corazón grande, deseoso únicamente de igualarse al del
Señor Jesús, y capaz de contener dentro de si las proporciones de la
Iglesia, las dimensiones del mundo; grande y fuerte para amar a
todos, para servir a todos, para sufrir por todos; grande y fuerte
para superar cualquier tentación, dificultad, hastío, cansancio,
desilusión, ofensa; un corazón grande, fuerte, constante, si es
necesario hasta el sacrificio, feliz solamente de palpitar con el
Corazón de Cristo y de cumplir con humildad, fidelidad y valentía la
voluntad divina. Amén.
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